Esta semana termine mi primer año de la carrera de historia en la UNAM, estas son las lecturas de todo ese año. Y faltan los libros de la biblioteca...
Vamos, no se queden ahí, rápido, lento, con calma.
No se apresuren, no empiecen con poemas de amor, que son los más difíciles, esperen al menos a tener ochenta años.
Escriban sobre otras cosas... no sé... sobre el mar, el viento, un radiador, un tranvía retrasado. No hay una cosa más poética que otra.
¿Han entendido?
La poesía no está afuera, sino adentro de uno. No me preguntes qué es la poesía, mírate al espejo, la poesía eres tú.
Adornen sus poemas, elijan bien las palabras, ¡deben de escoger! A veces se tarda ocho meses en encontrar una palabra.
Elijan. La belleza comenzó cuando la gente empezó a elegir. Desde Adán y Eva. ¿Saben cuánto tardo Eva en elegir la hoja de parra justa? ¿Y ésta, y ésta? Dejo el paraíso terrestre sin hojas.
Enamórense. Si no aman muere todo, muere todo. Enamórense y todo cobra vida, todo se mueve. Despilfarren su alegría, disipen su júbilo. Callen o entristezcan con entusiasmo, arrojen su felicidad hacia otro.
¿Cómo se hace?, Déjenme ver mis apuntes que se me olvidó. Eso deben de hacer. No puedo leerlo y ya se me olvidó.
Para transmitir la felicidad, deben ser felices. Para transmitir el dolor, deben ser felices. ¡Sean Felices! Deben estar mal y sufrir; no tengan miedo a sufrir, ¡Todo el mundo sufre! Si no tienen los medios, no se preocupen.
Para hacer poesía una sola cosa es necesaria: todo.
¿Han entendido?
No busquen la novedad... la novedad es la cosa más vieja que hay.
Y si los versos no les llegan en esta posición, ni en esta y así menos...
Echense al piso, pónganse así. Acostados verán el cielo, miren que belleza. ¿Por qué no lo hice antes?
¿Qué miran? Los poetas no miran, ven. Que las palabras los obedezcan. Si la palabra “muro” no obedece, no la vuelvan a usarla en ocho años, así aprenderá.
¿Qué es eso? Ni idea. Eso es belleza, como aquellas versos, que quiero que se queden ahí para siempre.
Bueno, borren todo, devemos empezar.
Terminó la lección. Adiós muchachos, hasta el miércoles… jueves.
Fábula de lo que le sucedió a Don Pitas Payas, pintor de Bretaña Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, Libro de buen amor, siglo XIV.
No abandones tu dama, no dejes que esté quieta: siempre requieren uso mujer, molino y huerta; no quieren en su casa pasar días de fiesta, no quieren el olvido; cosa probada y cierta.
Es cosa bien segura: molino andando gana, huerta mejor labrada da la mejor manzana, mujer muy requerida anda siempre lozana. Con estas tres verdades no obrarás cosa vana.
Dejó uno a su mujer (te contaré la hazaña; si la estimas en poco, cuéntame otra tamaña). Era don Pitas Payas un pintor en Bretaña; casó con mujer joven que amaba la compaña.
Antes del mes cumplido dijo él: -Señora mía, a Flandes volo ir, regalos portaría Dijo ella: -Monseñer, escoged vos el día, mas no olvidéis la casa ni la persona mía.
Dijo don Pitas Payas. -Dueña de la hermosura, yo volo en vuestro cuerpo pintar una figura para que ella os impida hacer cualquier locura. Contestó: -Monseñer, haced vuestra mesura.
Pintó bajo su ombligo un pequeño cordero y marchó Pitas Payas cual nuevo mercadero; estuvo allá dos años, no fue azar pasajero. Cada mes a la dama parece un año entero.
Hacía poco tiempo que ella estaba casada, había con su esposo hecho poca morada; un amigo tomó y estuvo acompañada; deshízose el cordero, ya de él no queda nada.
Cuando supo la dama que venía el pintor, muy de prisa llamó a su nuevo amador; dijo que le pintase cual supiera mejor, en aquel lugar mismo un cordero menor.
Pero con la gran prisa pintó un señor carnero, cumplido de cabeza, con todo un buen apero Luego, al siguiente día, vino allí un mensajero: que ya don Pitas Payas llegaría ligero.
Cuando al fin el pintor de Flandes fue venido, su mujer, desdeñosa, fría le ha recibido: cuando ya en su mansión con ella se ha metido la figura que pintara no ha echado en olvido.
Dijo don Pitas Payas: -Madona, perdonad, mostradme la figura y tengamos solaz -Monseñer -dijo ella- vos mismo la mirad: todo lo que quisieres hacer, hacedlo audaz.
Miró don Pitas Payas el sabido lugar y vio aquel gran carnero con armas de prestar. -¿Cómo, madona, es esto? ¿Cómo puede pasar que yo pintar corder y encuentro este manjar?
Como en estas razones es siempre la mujer sutil y mal sabida, dijo: -¿Qué, monseñer? ¿Petit corder, dos años no se ha de hacer carner? Si no tardaseis tanto aún sería corder.
Por tanto, ten cuidado, no abandones la pieza, no seas Pitas Payas, para otro no se cueza; Incita a la mujer con gran delicadeza y si promete al fin, guárdate de tibieza.
Daniel Salinas Córdova es uno de los tres fundadores de Revista La Piedra. Originario de Monterrey, Nuevo León, llegó a Cuernavaca, Morelos a los cinco años de edad, en donde creció y se desarrolló. Desde muy pequeño tuvo un gran interés por la lectura, la historia y las artes plásticas y visuales. Desde agosto de 2010 estudia la Licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es fotógrafo aficionado, trotamundos enamorado de su novia hermosa y de vez en cuando escribe versos y prosa. Ha sido partícipe y líder en varios voluntariados internacionales tanto en México como en el extranjero.