domingo, 28 de noviembre de 2010

Dos años

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2 años de la “ostia”...


¡Muchas gracias!

jueves, 25 de noviembre de 2010

7 Piedras

Les dejo la invitación a la presentación del séptimo número de La Piedra, espero puedan asistir, por que se va a poner bueno.


Estos cuatro meses se pasaron volando y ya con el Sexto en sus últimas reservas estamos sumamente satisfechos de presentarles nuestro Séptimo número.

El siete es un número importante, al parecer todo está relacionado de alguna forma con él, y así como son siete samurais, enanos, maravillas, colores, notas, mares, vidas, etc. Ahora también son siete Piedras.

Dada la importancia de éste número nos pareció natural dedicar la presentación al séptimo arte por lo que invitamos a algunas productoras de cine morelenses que presentarán, para iniciar el evento, una selección de cortometrajes, estamos hablando de Colectivo Movimiento, Proporciones Épicas, Dulce Noviembre Producciones y Producciones ¿Qué?

Después de presentar a nuestro más joven hijo entregaremos sus reconocimientos a los merecidos ganadores de la última edición del Petroconcurso, contaremos con la flamenca presentación de la Bailaora Emilia Chain que bailará acompañada de las letras de Lucero García y la guitarra de Gabriel Salinas así como una lectura performance de Leonardo de Ononvide.

Y para cerrar con broche de oro tres magníficas bandas: Neoplen (música contra el miedo), Ciudad de Ciegos y Hala Ken.

La cita es en el Cine Morelos a partir de las 6:00 pm, tendremos un vinito de honor y, por supuesto, la entrada es libre. Un abrazo a todos.

Equipo de La Piedra

Si tienen alguna duda: difusionlapiedra@gmail.com

lunes, 22 de noviembre de 2010

Debraye guarro VIII

Estar enfermo en periodo de exámenes no rifa pero ni un poquito...

martes, 9 de noviembre de 2010

Síntoma #3

Cuando no puedes dormir
te pican los ojos
sólo quieres descansar
mirar las estrellas de sus pupilas
perderte en la corriente

martes, 1:32 am

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La Noche Verde

Fuimos al parque al lado de la casa de Paty. Todo listo: los vasos, el agua, el azúcar, las cucharas y por supuesto, la botella del misterioso licor verde.
El ritual comienza, sirves un poco de agua, colocas la cuchara sobre el vaso, con un terrón de azúcar chino encima, derramas el líquido verde hasta llenar el recipiente y lo prendes en llamas, esperando que se derrita el azúcar. Al hacerlo, apagas las llamas, retiras la cuchara y tragas la fuerte bebida caliente y con sabor a anís, dulce y con mucho alcohol. El efecto que te produce es muy peculiar, no como dicen, o al menos no esta vez a mi punto de ver. En la caja se leía: “Después del primer vaso, ves las cosas como crees que son, luego del segundo, ves el mundo como lo quieres ver y tras el tercero ves la realidad como realmente es, y no es bonito” o algo por el estilo, frase según dicha por Oscar Wilde.
Pero en mi caso fue diferente, nuestro caso, pues éramos seis. Pero bueno, no se como lo vivieron los demás.
Te mareas mucho, y te pega desde el principio, y pega duro, cual martillo contra yunque. Al recorrer tu garganta sientes como quema tu esófago lentamente, la intensidad depende de que tan diluido este la llamada Hada Verde.
Lo interesante es que no es como emborracharse con cualquier otra cosa, es una sensación diferente, imposible de explicar en palabras.
El nivel de la botella desciende poco a poco, cada vez estamos más alegres. Quique se tiene que ir, algo con Tania. El resto permanece. Uno empieza a decir las cosas no como se intencionan, se habla de los ruidos que hace el otro (el caballo). Pronto ya no estamos sentados, todo mundo de pie en esa noche fría. Un trío de amigas nos visita inesperadamente, se quedan un rato a platicar. La botella circula y su nivel disminuye aun más.
Y ahí nos tienes, jugando en los juegos infantiles como niños, riendo a todo pulmón, encontrando el equilibrio del caballito móvil, colgándose de los columpios y demás locuras pueriles. En algún momento nuestras amigas se marchan, o se quedan? Sinceramente ya no recuerdo con claridad…
La botella se acaba, nos cansamos del parque y empezamos a recorrer las calles de esa bella ciudad durmiente, pasándola bien.
Pronto unos brincan a los otros, continuamente riendo. Al encontrar cojines en una esquina, el paseo se convierte en una loca batalla de almohadones en movimiento, una persecución demoníaca, dando, lanzando, y recibiendo cojinazos por doquier, todos contra todos, recorriendo velozmente las calles renacentistas. Todo mundo se divierte y disfruta el momento, sin preocupaciones. Risas y gritos oiría quien se asomara por alguna ventana al vernos pasar.
Lo sucedido después no lo tengo muy claro, no por los efectos de la bebida, o tal vez si, pero mas bien por el paso del tiempo. Lo único que se es que llegué intacto y conciente a mi casa, callado y con discreción para no despertar a los señores. Me lave los dientes, puse la piyama y tome un vaso de agua, lo de siempre después de una noche de juerga. Me acosté a dormir unas escasas horas, pues al día siguiente, tocaba amanecer temprano para ir a la estación, a tomar el autobús que nos llevara a conocer otro pueblo nuevo, con cruda y todo…

(2008)